viernes, 9 de octubre de 2009

Noche Verde



Hago un alto en este recuento de vivencias para insertar una crónica reciente que escribí para el diario deportivo de donde trabajo, con ocasión de lograr el campeonato intergrupos de la Zona II del área de Banca de Consumo. Mi primera incursión en estas lides. Estoy pensando a futuro intercalar las entradas biograficas con mis vivencias actuales, a lo Vargas Llosa en "El Pez en el Agua" salvando las abismales e infranqueables diferencias.

En breve una entrada autobiográfica mas.

NOCHE VERDE

Una noche para el recuerdo, imágenes que quedaran para siempre en la retina de aquellas personas que observamos atónitos el ballet que el equipo verde dedico a su entusiasta barra. Brigada de la disciplina, albaceas de la picardía y del juego inteligente, artesanos del efecto y del buen trato al balón.

La noche no pudo empezar mejor, luego de una semana llena de arengas virtuales y de trabajo sicológico, el equipo salió confiado en el triunfo pero con inquietantes dudas acerca de como neutralizar al artillero y "peso pesado" numero dos del "submarino amarillo". En efecto, una de las primeras indicaciones del "maestro" Iván Renteria consistía en evitar a como dé lugar los tiros libres del rival el mismo que saldría presionado a buscar el triunfo, conocedor del resultado del partido anterior.

Inicia el choque, el equipo verde luce ordenado, va liderado al centro por el experimentado y vigoroso volante Steve Laguna quien pone la pausa, levanta la mirada y dedica precisos pases que parecen susurrar "hazte famoso". Aparece Diego Mendoza, luego de habilísima, rápida e incontrolable gambeta, pisa la redonda, se divierte, descontrola al rival, lo provoca, lo somete. La tribuna estalla en aplausos, "si trabajaras como juegas…" grita enardecido un aficionado que, aterido de frio pero con el corazón palpitante de emoción, disfruta del espectáculo. No hay tiempo para observar demasiado al rival, luego de acoso incesante sobre la valla contraria llega el primer gol por obra y gracia del carismático Carlitos quien luego de jugada de laboratorio ubica el esférico lejos del alcance del arquero rival, 1-0. No pasarían mas de 3 minutos cuando otra escapada, esta vez por derecha culmina en tiro rasante que surca el área contraria inflando las redes nuevamente. Gooool !!!. El equipo verde disfruta, el amarillo se inquieta, se irrita, cambia la estrategia.

Así las cosas, el equipo amarillo decide arriesgar, va con todo hacia adelante y por derecha en base a potencia y velocidad, cerca al área del ordenado equipo verde sucede lo que todos temíamos, foul al contrario. Tiro libre, decreta el colegiado. El elegido para el derechazo no podía ser otro, el veterano pero habilidoso Fernando Flowerz se coloca frente al balón, estudia la barrera, observa la posición del guardameta menos batido del torneo, mano a la cintura. Sonríe. Guiña un ojo a un compañero quien sonríe también en misteriosa pero sobreentendida complicidad. Lanza el misil. Gol.

Desconcentración en el equipo verde, bastó un breve desorden y llega el temido empate, producto de una agilísima corrida del voluntarioso Alejandro quien dispara al centro del área buscando que una pierna añada el balón, lo consigue. Llega la esperada paridad. Saltos de alegría. ¡Vamos muchachos! arenga Flowerz, Si se puede! complementa la barra. Fin del primer tiempo.

Segundo tiempo, luego de recibir la consabida charla técnica de parte del experimentado Iván y de obtener la promesa del dirigente y no menos entusiasta JC Guzmán de refrescante y espumoso premio por obtener el triunfo, los sedientos (de triunfo) integrantes del equipo verde salen decididos a ganar. Y de qué manera lo harían, solo unos minutos luego de haber reiniciado el encuentro aparecería el juego ordenado e inteligente de Steve que de fuerte disparo desde media cancha infla la red por tercera vez. La receta es la misma, pisa el balón, mira al arco, protege su posición del rival con el brazo derecho, empuja delicadamente el esférico para obtener el espacio que llevará su envío a la gloria ,suelta finalmente un potente disparo que quema los guantes del arquero rival y doblega sus muñecas. Golazo!

El equipo amarillo suda la camiseta, corre, desespera. El buen manejo del balón demostrado durante el torneo se torna en solo buenas intenciones. Nuevas oportunidades llegan al equipo verde que descansa su defensa en el lastimado pero inagotable Luchito Zapata y en Carlitos Aguirre, sin duda el mejor arquero del torneo y fiel admirador de algunas barristas a quienes dedica ágiles ”voladas” en generosa reciprocidad por sus arengas. Todo está consumado, sendos disparos de parte de otros importantes miembros del equipo así como un tiro libre directo al ángulo de parte del “Diego Mendoza” sellan un incuestionable 8 – 2 . Coronan así una noche teñida de verde, de verde militar por la disciplina demostrada por este equipo de muchachos comprometidos con el triunfo y sedientos de gloria (y del premio ofrecido). Solo nos queda reafirmar aquellas sabias palabras de aquél anónimo y afiebrado aficionado, “si trabajaran como juegan ...”

Felicitaciones Grupo 5. Sin duda, un gran trabajo.

viernes, 2 de enero de 2009

Mi primo favorito.


La primera vez que te ví vivías en Magdalena, detrás del manicomio. Una casa rodeada por unas rejas de madera blanca, al menos es lo que creo recordar. Aquella vez fuiste excepcionalmente ágil al mostrarme como podías saltar junto con tu hermana desde la planta alta del camarote hacia abajo, tarea imposible para mí pues juzgaba el esfuerzo peligroso aunque deliciosamente tentador, pese a ello, nunca me atreví.


Todos se admiraban de nuestro parecido físico. Era sin duda un tema inevitable en toda conversación familiar, mas aún cuando ambos estábamos presentes. Mas de una vez recibiste incluso una llamada de atención por una travesura mía. Creo que el parecido físico fué un lazo más, tal vez el menos importante en nuestra relación. Desde que tuve uso de razón ambos nos admirábamos, ambos necesitábamos estar juntos para hacer los juegos más divertidos, ambos disfrutábamos el triple si la travesura era urdida a escondidas y alimentada por desatadas y escandalosas risotadas tratadas infructuosamente de ocultar con nuestras pequeñas manos.


Una de las cosas que mas disfrutábamos era "sembrar" mi cuarto de trampas. Procurábamos ser discretos a pesar de las risas nerviosas y terminábamos dejando la puerta entreabierta soportando encima dos o tres zapatos que serían el justo castigo para el desafortunado invasor.


Una vez que los proyectiles impactaran en el intruso la venganza ante la violación de nuestro espacio estaría consumada, coronada por estridentes risas y exaltada por saltos y gestos de victoria cual danza que no tendría nada que envidiar a cualquier intento apache por hacer caer agua del cielo.


Recuerdo los adoquines de Flavor-Aid con sabor a frambuesa que disfrutábamos de noche, 3 0 4 hielos en una taza, a destrozarlos con una cucharita (agujereando el centro de cada hielo y consumiendo con avidez el raspado resultante), luego a dormir previa conversación resumiendo las anécdotas del día y haciendo planes para el día siguiente, adormecidos bajo la suave música de RBC.... " por amor, es fácil abrazar a tu enemigo sonriéndole" rezaba una popular canción de Jose Luis Perales seguida de otra que lamentaba "ay, amor de hombre que estas haciéndome llorar una vez más" de Mocedades, todas ellas repetidas a diario y disfrutadas por todos en casa.


Una de las actividades mas frecuentes que teníamos era formar a los soldados cuales tropas enfrentadas cuidando de mantener una distancia aproximada de dos metros. Terminadas las formaciones, empezábamos por turnos a embestirlos con una canica grande. A medida que el expertiz se apoderó de nosotros, comenzamos a situar a los soldados de perfil (para dificultar el blanco), defensa de vanguardia solo superada por tu astuta maniobra de insertar el piso de cada soldado dentro de los zócalos que flanqueaban nuestra tropas, maniobra casi disuasiva pues era prácticamente imposible tumbar un soldado literalmente pegado a la estructura de la casa.


Pero como la creatividad es casi patrimonio exclusivo de los niños a una gran defensa un gran ataque, reemplazamos la canica por una pila "National" de tamaño grande, proyectil capaz de extirpar a los soldados del piso que les posibilitaba mantenerse en pie, tamaño ataque sí era capaz de saciar nuestro apetito de ver volar literalmente al enemigo, ahora sí el juego se tornaba interesante a pesar del riesgo que implicaba recibir un "pilazo" y la pena de saber que los soldados caídos quedaban muchas veces mutilados e inservibles para participar en un juego posterior.


Terminadas las clases, a fin de año, no hallaba las horas de que llegaras a casa a ofrecerme tus vacaciones, yo siempre estaría allí querido primo, preparando alguna trampa nueva ó atesorando en secreto algunos sobrecitos de nuestro apreciado Flavor-Aid.



domingo, 24 de agosto de 2008

No jodas pues hijito.


Siempre me apasionó la vida de los animales. Desde mis primeros años fuí seducido por la singular fiereza con que ellos defendían su comida y territorio. Era tanto mi afán por descifrar que animal, independientemente de su clase o raza era el más fuerte que de manera constante atormentaba a quien para mí era portador de todas las respuestas a mis incógnitas por absurdas que estas fueran.

Solía acercarme extasiado con una nueva interrogante , me recostaba al lado de él que por lo regular ocupaba sus domingos por la tarde leyendo el periódico ó algún libro de historia. Exaltado y de rodillas en la cama, con los ojos bien abiertos y brillosos lanzaba la pregunta que me obsesionaba la misma que era respondida al inicio con paciencia de buda.

Si pelean un tiburón con un gorila, ¿ quien crees tú que ganaría ?.

Mi padre respondía sin levantar siquiera una ceja y , menos aún retirar la vista del motivo de su lectura:

- El Gorila.
- Mmm... ¿estas seguro ?

Esta re-pregunta haría sin duda que mi padre, supongo, tuviera que visualizar mentalmente la confrontación pues deduciría, supongo también, que yo había captado el poco interés brindado a mi primera inquietud por lo que solo le quedaba sustentar sin mucho entusiasmo su primera afirmación sentenciando algo así como:

- "Es que el gorila tiene brazos fuertes y podría levantar al tiburón, aventarlo a algún sitio y lastimarlo"
- Oh, sí. Es cierto, pensaba ensimismado imaginando al poderoso gorila vencedor cuando de pronto surgía en mí otra pregunta que juzgaba mas interesante aún y que de seguro solo él podía absolver.

- ¿Y tú que crees que sucedería si pelean un cocodrilo y un oso ?

Mi padre algo contrariado pero sin que por ello enfocara su atención en mí respondía casi de inmediato:

- El cocodrilo hijo.

Mi imaginación volaba, podía ver al cocodrilo engullendo las vísceras del oso como solo ellos saben hacerlo, movimientos de mandíbula laterales y muy fuertes hasta que de pronto reparaba en que una respuesta tan rápida no habría podido ser lo suficientemente analizada.

- ¿Estas seguro?
- SI.

Esta era su excepcionalmente rápida, lacónica y enfática respuesta con la que yo sobreentendía que él no necesitaba mas de dos segundos para analizar las preguntas que yo le formulaba cualquiera que sea la naturaleza de estas.

Y es que mi padre tenía la habilidad de hacer dos cosas al mismo tiempo. Devoraba libros y noticias a la vez que respondía las inquietudes que perturbaban mi afiebrado deseo de saberlo todo.

- Y dime papá, si un oso polar se enfrentara con un rinoceronte...¿quién saldría ganador?

- ES IMPOSIBLE HIJO - respondía esto otorgándome el honor de una breve mirada de lado que sugería que ya era demasiado para él y que la distracción de su lectura estaba consiguiendo perturbarlo.
- No pues, imagínalo, solo imagínalo.
-ESO NUNCA VA A PASAR respondía él mas seguro que nunca y otorgándome esta vez el 200% de su atención , mirada fija y cejas fruncidas de por medio.

Conseguido mi objetivo de captar toda su atención embestía nuevamente:

- TU solo imagínalo papá.
- NO JODAS PUES HIJITO era la frase con que esta y en cada ocasión en que llegaba a impacientarlo daba fin a este balotario de preguntas con las que lo atormentaba cada apacible domingo en que compartíamos la tarde en casa, frase que concluía el ciclo y no admitía re-preguntas o cuestionamientos adicionales dado que para ese momento el periódico y el libro quedaban al margen de su interés al mismo tiempo que yo emprendía alguna otra actividad con el entusiasmo que solo un niño de 6 años puede tener.



martes, 19 de agosto de 2008

No me sueltes nunca.


Traté de elaborar este blog autobiográfico en estricto orden cronológico pero siento que debo regresar al primer recuerdo que guardo en mi memoria. Y es que no sería correcto dejar de registrar en esta autoencomendada y agradable recopilación de anécdotas aquella que marcó mis primeros años de vida, remembranza que muy probablemente evoque nuevamente al momento de partir, sabe Dios adonde y en que circunstancias. Solo que esta vez tal vez no estés para asistirme.

Si bien es cierto aseguran los entendidos que los registros mas antiguos que almacena la memoria de una persona datan de los cinco años de vida, puedo asegurarte que tengo el privilegio de guardar dentro mío el que voy a recordarte. Dentro de una cuna blanca me veo, no recuerdo mucho de mi entorno, solo sé que antes de dormir esperaba con ansiedad sacar de entre los barrotes mi pequeño brazo estirándolo hasta donde me era posible para alcanzar tu mano. Luego de segundos interminables tú me tomas vigorosamente, estoy a salvo al fin, gracias mamá.


Esta era la forma en que habitualmente dormía y era la manera en que transmitías la paz que yo necesitaba para sumergirme en los recuerdos del día, a ojos cerrados, rostro redondo sin huellas aún del poco tiempo vivido, pelusa rubia (según tú) cubriendo mi testa. Era enteramente tuyo y feliz.

En alguna ocasión desperté de madrugada sin tu mano y por ende a disposición de cuanta cosa fea me pudiera suceder. Por qué me soltaste ?, mas aún, por qué no sientes que estoy despierto y que preciso que tu rostro inerte descubra esos hermosos ojos que lo son todo para mí ?. Hey, despierta ! necesito de tu ayuda, la oscuridad alienta mis temores. No es suficiente verte mamá. Sonríe y haz de estos interminables minutos de desasosiego la paz infinita que necesito. Afortunadamente vendría luego el sueño (y sin necesidad de aquellos polvillos que papá solía echarme encogiendo los dedos en puño y estirándolos luego con dirección a mis ojos). Suerte la mía.


En alguna otra ocasión despertaba y encontraba la cuna con un manto que cual pared infranqueable interrumpía mi visión hacia tu cama. A quién se le ocurrió hacernos eso ? Es que no se dan cuenta que no podemos vernos?. Ocioso sería comentar que años mas tarde comprendería la naturaleza hormonal de tan, en su momento, incomprensible situación.


Y es que en los primeros años de mi vida la luz que irradiabas me proporcionó el calorcillo que necesitaba mi espíritu para ser inmensamente feliz, mas aún, soy un convencido de que los cuidados con los que forjaste mis primeros pasos fueron impulso perpetuo para lidiar con las ingratitudes y desventuras con las que me trata la vida. Gracias eternas mamá. Te amo.

domingo, 17 de agosto de 2008

Pataletas y chanchitos.


Sería injusto conmigo mismo si no te dedicara una entrada más. Y es que el paso de los años agudiza mi memoria remota trayendo recuerdos de mi más temprana niñez los mismos que afloran cual eventos recientes.


Recuerdo aquellas rabietas endemoniadas que sabías hacer cuando peleabas con tu hermana, puedo visualizar la escena: Tú tirado en el piso pataleando y golpeándolo todo, girando en círculos con los ojos cerrados, apoyado en los hombros e impulsándote con los pies,un gesto de dolor, una gran frustación, simultáneamente gritabas mientras que yo pensaba aterrorizado que esta breve posesión solo podía deberse a que algunas veces en tu casa, en la segunda planta y cual aguzados pieles rojas, oreja al piso, escuchábamos extraños sonidos que estábamos convencidos provenían del mismísimo infierno. Quizás lo hacías con mas frecuencia que yo, quizás tu deteriorada visión desarrolló en tí cierta sensibilidad para establecer este tipo de contactos, quizás simplemente tu temeridad y audacia de la cual yo era fiel adepto te hicieron desafiar lo desconocido con las tremendas consecuencias descritas líneas arriba. No lo sé, pero si de algo estoy seguro es que asustabas a grandes y a chicos pues el histrionismo de la escena era tal que preferíamos dejar de verte algunas horas luego de la convulsión antes de reiniciar juegos ignorando en tácito acuerdo lo sucedido momentos atrás.


Afortunadamente, tuvimos más anécdotas alegres que atemorizantes, luego de alguna novela que seguían nuestras madres, reproducíamos las escenas mas violentas, tú en monopatín, yo en chachicar, simulando choques con consecuencias fatales. En algún otro momento buscábamos en las tierras húmedas del jardín de tu casa a inofensivas cochinillas de humedad, coloquialmente llamadas "chanchitos", desafortunados seres que por falta de agresividad para pelear entre ellos terminaban siendo torpemente seccionados por nosotros en afán de saciar nuestro espíritu investigador y en merecido castigo por su falta de esfuerzo en satisfacer nuestro apetito de pelea.


Una de las anécdotas que más recuerdo por su recurrencia es aquella en la que, por competencias propias de la edad, terminábamos peleando, tu me arañabas y yo te mordía por lo cual la frase "andan como perro y gato" bien podría haber tenido su origen en tu casa y luego de escuchar la sentencia de la abuela que, debo reconocer con hidalguía, saldría luego a mi favor.

Esta tendencia de la abuela a darme la razón en todo (tanto cuando la tenía como cuando no), me otorgaba ciertos privilegios con respecto al resto de primos que frecuentábamos su casa pues por lo general, hasta para encender la televisión, había que convencerme a mí primero de manera que yo, previa mirada enternecedora, convenciera a la firme abuelita de que el permiso era justo y necesario, lo que terminaba casi siempre en un festín unipersonal de chocolates "juguete", chocomel ó pelotitas rojas o blancas de Arequipa (cada una contenía un maní), desprendimiento a desgano dado por los primos para hacer posible algunas series en blanco y negro como "Villa Juguete", "Perdidos en el espacio", "Tarzán" o "Ultramán" en el televisor moderno en blanco y negro de marca "Andrea" y botones laterales blancos y largos.









miércoles, 13 de agosto de 2008

Y ahora... a que jugamos ?


Era nuestra gran preocupación, tal vez la única que teníamos en esa época.

Desde que llegabas a mi casa buscábamos que hacer, por lo general terminábamos sacando los cojines de los sillones verdes de la sala , luchábamos contra ellos con una dosis de fiereza inusitada y narrando a viva voz la escena que imaginábamos en nuestra lid. Aquel sexteto de cuadrados verdes y algo deformes que inertes nos provocaban siempre eran blanco de nuestros poderosos puños hasta que, sudorosos y cansados por la pelea, decidíamos que era mejor cambiar de juego.


Las pistolas! Eso es. Las pistolas eran un buen reemplazo y además nos otorgaban la posibilidad de pertenecer a bandos contrarios y competir. Siempre te quejabas de que yo tomaba la única pistola y, a falta de otra, cedía generosamente para tí el motor de plástico de una motocicleta vieja de juguete que, con algo de imaginación, podría asemejarse a un arma similar o al menos algo parecida a la que yo portaba.


Debo confesar que mis disparos fueron siempre inofensivos. Mi inocuo y onomatopéyico "peñau" con el que te disparaba y a la vez simulaba el eco que generaba el disparo era repelido por tu desagradable "tf tf" con el que ensalivabas mi rostro hiriendo mi ego y dejándome un olorcillo que me hacía reflexionar acerca de lo inconveniente de jugar inmediatamente luego de almorzar.


Luego de aburrirnos nuevamente, optábamos por bajar al patio del edificio a jugar con alguna pelota una suerte de pasatiempo al que llamábamos "lujos" consistente en hacer cabriolas con el balón, unas cinco o seis y pasarla al contrincante. Nunca fuiste bueno con la pelota, recuerdo que te costaba mantenerla dando botes lo cual terminaba por aburrirme e intentar una excusa que te otorgara el pasaporte que, sospecho esperabas, a un nuevo juego y la posibilidad por extensión de dejar de hacer tan mayúsculo esfuerzo con tan pobres resultados.


Así y por el estilo pasamos nuestros días, astronautas en tu casa, luchadores en la mía, contrincantes de mil batallas la mayoría de las cuales salías vencedor pues eras mayor y además un tanto picón. No recuerdo bien en que momento crecimos y dejamos de vernos . Lo cierto es que te extraño y me gustaría enfrentarte nuevamente, esta vez yo con el motor de la vieja motocicleta y tú con el arma que elijas . Prometo esquivar tus poderosos y fétidos disparos con tal de disfrutar aunque sea unos momentos de tu grata y añorada compañía.





domingo, 10 de agosto de 2008

Mi papá fué amigo de Hércules.


No lo dudes. De seguro compartían proezas. Sospecho además que él, mi padre, sacó de aprietos en mas de una ocasión al populachoso, fortachón y sobrevendido héroe.

Tendría yo 6 años cuando papá me hizo esa confidencia. Y le creí. Tanto como lo hago ahora, 34 años después. Cómo no hacerlo si me confió tamaño secreto. En la calma de los pocos dìas sosegados y cuando no había causa justa por la cual batallar le llamaba cariñosamente "Herculito".

Tan convencido estaba en aquella época que compartí el secreto con algunos familiares y amigos de mi generación . Fuí infidente . No podía quedarme con la noticia para mí solo.

Recibí a cambio algunas burlas y risas. Infames e incrédulos imberbes. Te aseguro que me envidiaban . Después de todo, no todos los papás conocían a un héroe. Más aún, de conocerlo, no podrían tratarlo con tal familiaridad.

Gracias viejo por confiarme tu secreto, mira que hasta hoy guardo en mi tantas veces ingrata memoria, el orgullo que me hiciste sentir.
Gracias sobre todo por darme la tranquilidad de saber que no andabas solo por el mundo luchando con tanto villano y que regresarías a casa como siempre... a la hora acostumbrada.