miércoles, 13 de agosto de 2008

Y ahora... a que jugamos ?


Era nuestra gran preocupación, tal vez la única que teníamos en esa época.

Desde que llegabas a mi casa buscábamos que hacer, por lo general terminábamos sacando los cojines de los sillones verdes de la sala , luchábamos contra ellos con una dosis de fiereza inusitada y narrando a viva voz la escena que imaginábamos en nuestra lid. Aquel sexteto de cuadrados verdes y algo deformes que inertes nos provocaban siempre eran blanco de nuestros poderosos puños hasta que, sudorosos y cansados por la pelea, decidíamos que era mejor cambiar de juego.


Las pistolas! Eso es. Las pistolas eran un buen reemplazo y además nos otorgaban la posibilidad de pertenecer a bandos contrarios y competir. Siempre te quejabas de que yo tomaba la única pistola y, a falta de otra, cedía generosamente para tí el motor de plástico de una motocicleta vieja de juguete que, con algo de imaginación, podría asemejarse a un arma similar o al menos algo parecida a la que yo portaba.


Debo confesar que mis disparos fueron siempre inofensivos. Mi inocuo y onomatopéyico "peñau" con el que te disparaba y a la vez simulaba el eco que generaba el disparo era repelido por tu desagradable "tf tf" con el que ensalivabas mi rostro hiriendo mi ego y dejándome un olorcillo que me hacía reflexionar acerca de lo inconveniente de jugar inmediatamente luego de almorzar.


Luego de aburrirnos nuevamente, optábamos por bajar al patio del edificio a jugar con alguna pelota una suerte de pasatiempo al que llamábamos "lujos" consistente en hacer cabriolas con el balón, unas cinco o seis y pasarla al contrincante. Nunca fuiste bueno con la pelota, recuerdo que te costaba mantenerla dando botes lo cual terminaba por aburrirme e intentar una excusa que te otorgara el pasaporte que, sospecho esperabas, a un nuevo juego y la posibilidad por extensión de dejar de hacer tan mayúsculo esfuerzo con tan pobres resultados.


Así y por el estilo pasamos nuestros días, astronautas en tu casa, luchadores en la mía, contrincantes de mil batallas la mayoría de las cuales salías vencedor pues eras mayor y además un tanto picón. No recuerdo bien en que momento crecimos y dejamos de vernos . Lo cierto es que te extraño y me gustaría enfrentarte nuevamente, esta vez yo con el motor de la vieja motocicleta y tú con el arma que elijas . Prometo esquivar tus poderosos y fétidos disparos con tal de disfrutar aunque sea unos momentos de tu grata y añorada compañía.





3 comentarios:

Artemis dijo...

Jugar a los "Lujos"... debe de haber sido cuando eras bien chibolo y con el paso del tiempo has perdido la habilidad porque desde que recuerdo de cuando era pequeño, tu no jugabas futbol y cuando lo hacias con nosotros te cansabas muy rapido jajajaja, aunque vale el intento y he de admitir que yo no juego bien a la pelota.

contracara dijo...

Aunque no creas alguna vez jugué bien a la pelota. La afición me duró hasta los 12 años aproximadamente dondé cambié la pelota por lo que por una cuestión hormonal me dictaban mis otras pelotas.

Josefo dijo...

Muy bueno, jajaja. Me dio risa lo del ensalivado.